PRESCRIPTORES

"Cierra Tu Corán, piensa en libertad
Y encara sin miedo el cielo y la Tierra".
Omar Khayyam

 

Siento un cierto recelo hacia los calificadores-clasificadores de vinos, como también a los jueces. El trabajar de "dios" y decidir lo que está bien o mal, mejor o peor, admitido o incorrecto, es de lo más agobiante. Deben acabar destrozados cotidianamente, a golpes con su conciencia.

-Un clasificador-recomendador de vinos (se llaman ahora prescriptores, que suena más fino) es responsable no sólo de enjuiciar un vino, sino que también se atreve a predecir su futuro, a veces conociendo su pasado y trayectoria, y otras despreciándolo. Valoran en un sorbo, no solo el trabajo de una bodega, sino del esfuerzo continuado y acumulado de todo un equipo humano, con mayor o menor conocimiento, éxito o suerte en su trabajo.

-Un hombre ve una parcela, busca dinero y se empeña en su banco, labra, planta, cultiva, vendimia, prensa, fermenta, vinifica y embotella su vino: un trabajo de años. Feliz y contento lleva una de esas botellas, "...fruto de la vid y del trabajo del hombre", al catador-prescriptor, y humildemente le pide su opinión. Y este, que se había peleado esa mañana con su mujer, le informa airado que es una miseria, y que se dedique a otra cosa.

No entiendo como no hay más asesinatos de prescriptores, y reconozcamos que es un oficio arriesgado. Además de jugarse la reputación (si la tienen), los catadores se juegan a veces el hígado. Claro que la mayoría escupen el trago, en un acto de onanismo (apearse en marcha), reprobable y digno del castigo bíblico a Onán.

Tienen en la profesión la penitencia, pues trabajan, como los ginecólogos donde los otros disfrutamos. El tener que tomar vinos por obligación es un castigo de Sísifo, y "ad contrarium sensum", siempre recuerdo una feria en Burdeos, con mucho calor, en la que pedías un vaso de agua, empachado de Grands Crus y Chateaux, y te ofrecían un Romanee Contí.

-Una cata es una aproximación a un sujeto, para enjuiciar, describir y comunicar las sensaciones y emociones que el objeto produce en el apreciador. Como en toda de comunicación, hay:

-Un Emisor. El catador-comunicador, prescriptor

-Un Referente. Se habla sobre el objeto Vino

-Un medio. El soporte, papel en las publicaciones, la voz en la radio, la imagen en la TV, etc.

-Un mensaje. Producto final de la comunicación, lo que se comunica, se quiere decir.

-Un Código, sistema, lenguaje, que es lo mas variado, ya que en algunas catas técnicas es profesional, con claves científicas, en otras floridas y poéticas, y otras abstractas y comparativas. Con sus cargas de objetividad y subjetividad, factor humano, más en las comentadas que en las catas a ciegas.

Estilo.-El modelo americano, caracterizado por su pragmática simpleza, nos ha entristecido, empobrecido el mundo de los vinos, reduciendo su clasificación a unas catalogaciones matemáticas, cifras parecidas a las cotizaciones de la Bolsa de Nueva York. Así, se bebe allí un vino de X puntos en la clasificación del Sr. Y, que costó Z dólares.

Mientras que en la Vieja Europa, y por viejos, más sabios en esto, se bebe un buen vino de la Bodega X, Denominación Y, Cosecha de año Z, y no se menciona el precio por elegancia.

-La triste realidad es que el estilo americano nos está dominando, pues se apoya, como la Coca Cola, en una globalización mediática de abrumadora fuerza comunicativa, TV, revistas, Internet, YouTube, etc. que domina y clasifica el valor del mundo del vino, y en consecuencia, el de sus bodegas.

Asistí estremecido a una fiesta en la cual se le dio un premio a unos vinos, porque les habían dado una buena clasificación. Nadie se preocupó de probarlos ni conocerlos, y sólo por haber conseguido la bendición del Gurú Global, premiaban a un triunfador.

-Si el medio, el ruido, el vocerío es el mensaje, desconfiemos sanamente de los vinos premiados y "amedallados" y no hagamos el papanatas siguiendo sin pensar, sin filtrar, el juicio de otros. Una avalancha de comunicación global y publicidad masiva indiscriminada, emborrachan mas al probador-bebedor que los propios vinos, y todavía peor, lo desconciertan. Hay demasiadas bodegas del mundo haciendo "ruido" con sus vinos y el catador-bebedor tiene la difícil tarea, el desafío de diferenciar el ruido de la música.

-Cada bodega, añada, zona y botella es un mundo y su juicio nos pertenece a cada uno de nosotros. Prefiero, individual y orgullosamente, equivocarme yo solo a seguir ciegamente el rebaño del grupo de ciegos, guiados por otro que presume de tuerto… 

José Posada
Secretario